Desechos de alimentos y emisiones GEI

Se tiene que entre el 8 y 10 % de las emisiones de efecto invernadero se derivan del desperdicio alimentario. Al mismo tiempo, muchas personas mueren de hambre porque no tienen acceso a esos alimentos que se desperdician. En lugar de eso, estos alimentos desechados son albergados en botaderos y se convierten en fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero.

¿Qué se entiende por desperdicio y pérdida de alimentos?

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hace una aclaración sobre dos conceptos. En primera instancia, la pérdida de alimentos hace alusión a los alimentos que se dañaron en el transcurso de la cadena y que no estaban listos para el consumo humano. El desperdicio de alimentos, por su parte, es el conjunto de alimentos listos para el consumo que fueron descartados.

Huella de carbono y problemática del desperdicio alimentario

Tanto las pérdidas como el desperdicio de alimentos contribuyen significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero. Según un estudio, en 2017 estos residuos representaron cerca de la mitad de las emisiones anuales del total del sistema alimentario. El aporte a la huella de carbono fue de 9.3 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente.

La FAO manifiesta que se pierden o desperdician aproximadamente 1,300 millones de toneladas de alimentos a nivel mundial. Con estos desperdicios se podría alimentar a casi 2,000 millones de personas. Esta problemática entorpece la seguridad alimentaria, pero también representa un daño ambiental que no se puede ignorar. No solo se desecha un producto final, sino que también los insumos para fabricarlo, transportarlo y conservarlo. Todo se envía a la basura y la huella de carbono aumenta.

Desechos de alimentos y emisiones GEI

En el sistema alimentario, cerca del 38 % de la energía se usa para producir alimentos que serán desechados. Asimismo, hay que considerar las tierras, el trabajo de los agricultores y el combustible. Además, la mayoría de los desechos alimentarios acaban en vertederos y se convierten en fuentes importantes de metano.

Existe un porcentaje del desperdicio que se usa como abono, no obstante, esta cantidad es muy baja y no logra compensar la enorme contribución de estos residuos al cambio climático.

Emisiones del desperdicio por tipo de alimento

Hay un estudio que examina la pérdida y desperdicio de 54 productos alimenticios distribuidos en 4 categorías en todas sus etapas de la cadena de suministro:

Cereales y legumbres:

20.9 % del total de emisiones de efecto invernadero del sector residuos. El alto contenido de hidratos de carbono es responsable de las emisiones durante los procesos de tratamiento.

Raíces y cultivos oleaginosos:

3.3 % del total de las emisiones.

Frutas y verduras:

Esta es la categoría de alimentos que menos aporta a la huella de carbono con un 2.4 %.

Carnes y productos de origen animal:

Este es el agente más significativo, puesto que contribuye con el 73.4 % de las emisiones.

Dado lo anterior, el estudio sugiere que se reduzca a la mitad el consumo de carnes y el desperdicio de alimentos. Al seguir esa ruta se logra disminuir en un 43 % las emisiones globales de residuos de alimentos.

Desperdicio de alimentos por eslabón de la cadena

Teniendo en cuenta la cadena de suministro, cuando el trayecto de un producto alimenticio es más largo, la probabilidad de generar pérdidas o desperdicios es mayor. Adicionalmente, se puede mostrar en cuál eslabón es donde se producen más desechos:

Desechos de alimentos y emisiones GEI

Campo y distribución inicial (25 %): Los desechos en este eslabón se derivan de fenómenos (heladas, sequías o plagas), mal manejo de las cosechas y descarte de productos por cuestiones estéticas.

Fabricación y envasado (24 %): Cuando se estropean los alimentos en la fabricación y cuando se almacenan en malas condiciones.

Centros de distribución y comercio (5 %): Los desperdicios se generan gracias al manejo deficiente de la cadena de frío, al descarte por control de calidad y los productos que no se venden.

Hogares (46 %): Los alimentos se desechan por estar vencidos y por mala organización al gestionar cantidades demasiado abundantes.

Reducción de las emisiones de efecto invernadero asociadas al desperdicio alimentario

Para que el calentamiento global no supere el umbral de temperatura, según los expertos, es necesario reducir las emisiones hasta alcanzar un límite de 21 gigatoneladas en 2050. De no ser así, se esperan consecuencias desastrosas para ese año. Hay que actuar pronto, y eso incluye frenar el desperdicio alimentario.

Vale la pena recalcar que la reducción de los residuos alimentarios está enmarcada en el objetivo 12 de la Agenda 2030 (producción y consumo responsable). Más específicamente, este objetivo busca reducir a la mitad el nivel de desperdicios alimentarios por habitante, y disminuir las pérdidas de productos alimenticios a lo largo de la cadena de suministro.

Un punto de partida para reducir este tipo de emisiones es la adecuada medición de la huella de carbono. Como se vio anteriormente, no todos los alimentos que se desechan tienen la misma huella de carbono. Por eso, en el cálculo de la huella, además de la cantidad, hay que tener en cuenta el tipo de producto, dónde y cómo se produce, y el eslabón de la cadena donde es desperdiciado. Pero no solo se trata de cifras, también es pertinente evaluar los motivos que generan esas emisiones.

Con una correcta medición de la huella de carbono, algunas de las estrategias que se pueden implementar son:

  • Reforzar las medidas de prevención de residuos y reducir las ineficiencias de los sistemas de producción de alimentos.
  • Diseñar políticas para desarrollar infraestructuras y servicios de recolección y tratamiento de los residuos generados.
  • Valorización de los residuos para emplearlos como recurso para producir productos de valor agregado como los biocombustibles, el compostaje o la fabricación de biomateriales.

Para finalizar, se añade una serie de recomendaciones para la gestión de alimentos enfocada en los hogares, ya que son el eslabón que genera más desperdicio:

  • Hacer una lista antes de ir al supermercado, así se evita comprar comida de más que luego se va a desperdiciar.
  • Comprar por calidad más que por apariencia.

  • Donar los alimentos que no se van a consumir.
  • Usar algunos desperdicios como abono.
  • Guardar los alimentos delicados en la nevera para que se conserven más.

Como conclusión hay que establecer medidas para hacer frente a la problemática asociada a los desechos alimentarios. Estas incluyen un riguroso cálculo de las emisiones de los productos alimenticios, estrategias de prevención y aprovechamiento de residuos.

Escrito por: Vilma Estefanía Tapias Benítez

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