Producción de carne

El sector de alimentos es uno de los principales contribuyentes a las emisiones de gases de efecto invernadero. Y dentro de ese sector, los productos cárnicos engloban el mayor porcentaje de emisiones. Esto se debe a que la producción de carne implica diversos procesos como la producción de pienso, el uso de fertilizantes, las actividades en el matadero y el transporte. 

¿Cómo se producen emisiones de efecto invernadero en la producción cárnica?

Se tiene que más del 77% de las tierras agrícolas del mundo se utilizan para la ganadería (pastoreo o producción de piensos). Y a nivel Latinoamérica, la producción de carne, según un estudio reciente, representa cerca del 60% de las emisiones de agricultura y cambio del uso del suelo. En primera instancia, los animales como las vacas emiten grandes cantidades de metano cuando digieren las plantas (eructos). Por otra parte, a través del estiércol liberan metano, dióxido de carbono y amoniaco. Además, los desechos de las vacas generan óxido nitroso.

En segundo lugar, la actividad ganadera requiere de actividades de pastoreo, y por lo general, esto implica deforestación y cambio de uso del suelo. Asimismo, los alimentos para mantener el ganado provienen de industrias asociadas a la emisión de gases de efecto invernadero, tal es el caso de los pesticidas y fertilizantes.

Los mataderos, el procesamiento de la carne, el envasado y el transporte en cadena fría son otros elementos que aportan emisiones. Por esa razón, la producción cárnica acarrea una huella de carbono tan alta.

Producción de carne

La ganadería requiere del manejo de grandes volúmenes de alimento. No se puede negar que millones de hectáreas se han destinado a monocultivos para alimentar el ganado. Esta creación de monocultivos se traduce en liberación de carbono, un aspecto que contribuye al cambio climático.

¿Cómo se calcula la huella de carbono en la industria cárnica?

Para poder medir la huella de carbono en un sistema de producción de carne es necesario incluir todos los elementos asociados a esta industria, así:

Producción, maquinaria y abonos utilizados en el cultivo de piensos

En este aspecto se deben considerar las emisiones de la fabricación de la maquinaria (tener en cuenta el peso de la máquina y el uso de combustible). En lo que respecta a la producción agrícola, hay que incluir las emisiones asociadas al laboreo, al uso de abono y agroquímicos, y al riego.

Producción de carne

Transporte nacional e internacional de piensos

Deben calcularse las emisiones a la atmósfera desde las zonas de producción hasta las zonas de consumo.

Emisiones por el albergue del ganado

Las excreciones y la orina emiten metano y óxido nitroso que deben cuantificarse.

Sacrificio de animales

Este aspecto engloba la cantidad de agua empleada, los servicios de electricidad, el gasto de combustible, el amoniaco emitido y el dióxido de carbono que se deriva de los procesos de aturdimiento.

Huella de carbono por tipo de carne y alternativas sostenibles

Para poder llevar a cabo una comparación objetiva de la huella de carbono para diferentes tipos de carne, es necesario analizar toda la cadena de suministro. En este punto es pertinente un análisis del ciclo de vida para el impacto a nivel producción, procesamiento, envasado, transporte y distribución.

La huella de carbono para la carne vacuna tiene casi cuatro veces la huella de carbono del pollo, ya que produce hasta 27 kg de dióxido de carbono por kilogramo. La carne de cordero es de 39.2, la carne de cerdo tiene el tercer lugar con 12.1 y la carne de pavo tiene una huella de 10.9. El pollo tiene una de las huellas de carbono más bajas junto con el atún, 6.9 el primero y 6.1 el segundo respectivamente. Un informe reciente afirma que las emisiones generadas por la industria de aves de corral es apenas el 8% de las emisiones del ganado vacuno.

Se puede ver que el consumo pollo es más responsable con el ambiente que el de carne de res. No obstante, se puede ir más allá. Hay un análisis reciente que comparó la huella de carbono de una dieta vegana con la huella de una dieta basada en carne. 

Este estudio arrojó que cerca del 25% de las emisiones de efecto invernadero, corresponden al sector de la alimentación. Los vegetales representan el 29% de las emisiones del sector alimentos, y los alimentos de origen animal contribuyen al 57%. 

Sustituir la carne animal por productos sostenibles puede marcar una gran diferencia en lo que respecta a la disminución de gases de efecto invernadero. Hay dos tipos de sustitutos, en primer lugar, los productos de origen vegetal consumidos directamente, y, por otro lado, la carne cultivada en laboratorio. Los alimentos vegetales como el arroz, verduras o trigo siempre generan menos emisiones que los productos animales.

Sin embargo, cuando se trata de carne cultivada en laboratorio, en ocasiones tiene una huella mayor que los productos de origen animal. Esto sucede porque la producción de carne en laboratorio implica un gasto energético importante. Pero esta deficiencia se puede subsanar, porque se trata de tecnologías emergentes que se pueden optimizar con la descarbonización y el uso de energías limpias.

¿Por qué la carne cultivada no es la alternativa más ecológica?

Según un estudio de la Universidad de California, la carne cultivada en laboratorio tiene una huella de carbono mayor que la carne tradicional de origen animal. La carne cultivada se elabora a partir de células madre en biorreactores. Se utiliza una técnica similar a la producción de vacunas, un proceso que requiere demasiada energía.

Al principio parece una alternativa más respetuosa con la naturaleza porque utiliza menos tierra y recursos, y, además, elimina la necesidad de criar y matar animales. Pero la verdad es que la huella de carbono de la carne cultivada puede ser hasta 25 veces mayor que la huella de carbono de la carne tradicional. También es 335 veces mayor que la huella de carbono del cerdo y 750 veces mayor que la del pollo. La huella de carbono de la carne cultivada podría aumentar más si se incluyen los procesos posproducción como el almacenamiento y transporte.

Dado lo anterior, por ahora es mejor consumir la carne de origen animal. Pero esta sigue siendo un problema en términos de impacto ambiental. Lo mejor es priorizar la alimentación vegetal, pero técnicamente es imposible abandonar del todo la producción cárnica. En ese sentido, la alternativa es hacer más sostenible la industria de la carne. De acuerdo con un informe, Uruguay produce carne certificada como carbono neutral. Esto gracias a técnicas de ganadería climáticamente inteligente que permiten una captura de carbono igual o superior a todas las etapas de la cadena de valor. La certificación de la carne carbono neutral se basa en estándares ISO y hace uso de la metodología del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático).

¿Qué soluciones pueden adoptar las empresas para reducir la huella de carbono?

La industria cárnica puede implementar diversas prácticas, por ejemplo, proporcionar alimento fácil de digerir al ganado, organizar los terrenos de pasto para optimizar su uso y evitar su degradación, añadir leguminosas que sirven para fijador nitrógeno y reducir fertilizantes sintéticos.

De igual manera, se sugiere implementar las silvopasturas, donde se une silvicultura, forraje y ganadería para lograr suelos más sanos. También se puede reducir la huella de carbono con estrategias de compensación al plantar árboles para capturar emisiones.

Adicionalmente, también hay que considerar la implementación de políticas para una cadena de suministro sostenible:

Producción de carne
  • Garantizar el abastecimiento sostenible de piensos
  • Proporcionar instalaciones de procesamiento centralizadas para el estiércol
  • Establecer objetivos para reducir las emisiones de efecto invernadero.
  • Exigir a los proveedores que también disminuyan la huella de carbono.

¿Y qué puede hacer el consumidor?

Al limitar el consumo de productos de origen animal podría disminuir en dos tercios la huella de carbono de los alimentos. Y no solo eso, los expertos también recomiendan el consumo de alimentos locales, puesto que el transporte contribuye significativamente a las emisiones de efecto invernadero. En ese sentido, un filete producido a nivel local puede tener una huella de carbono menor que una naranja importada de China.

Finalmente, no se puede ignorar el factor poblacional, se estima que en el año 2050 hay que alimentar a 10 mil millones de personas, y esto no se puede conseguir si se continúa con el sistema alimentario actual. Y según un reporte, un sistema alimentario sostenible debe basarse por lo menos en un 90% de alimentos con origen vegetal.

Al ser tan importante la contribución de los productos cárnicos a los gases de efecto invernadero, es necesario calcular su huella de carbono. De esa manera, tanto las empresas como los consumidores pueden aplicar estrategias para reducirla. Si no se actúa a tiempo, esto no solo impacta negativamente al medio ambiente, sino que también al sistema alimentario.

Escrito por: Vilma Estefanía Tapias Benítez

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