Producción de alimentos

La producción de alimentos genera cerca de un tercio de las emisiones de GEI a nivel mundial. En ese porcentaje, la producción de alimentos de origen animal ocupa la mayor parte. No obstante, aunque la contribución de los vegetales es menor, existen productos vegetales con mayor huella de carbono que los de origen animal. Como se muestra en el gráfico, el café instantáneo y el chocolate negro tienen una huella mayor que la de los huevos.

Huella de carbono de algunos alimentos, Statista

Emisiones de efecto invernadero en alimentos de origen vegetal

Aunque la carne es el principal contribuyente, hay alimentos vegetales que tienen una enorme repercusión sobre el cambio climático. Dado lo anterior, vale la pena conocer la huella de carbono de algunos vegetales:

Caña

Las emisiones directas emergen del empleo de combustibles fósiles en la maquinaria agrícola, transporte y procesamiento del nitrógeno durante la fertilización, donde surgen emisiones de óxido nitroso. Las emisiones indirectas están asociadas a la electricidad consumida en el bombeo de agua.

Café y cacao

Para el caso del café, la contribución a la huella de carbono para la categoría fertilizantes se distribuye así: 63.21% de urea, 29.49% óxido de fósforo, y el 7.3% restante se distribuye en óxido de potasio, caliza y nitrógeno. En la producción de cacao, el óxido de fósforo representa un 44.83%, 43.05% de urea, y el porcentaje restante, óxido de potasio, caliza y nitrógeno.

Soja

Este alimento juega un rol fundamental en las emisiones de efecto invernadero. En la región Matopiba de Brasil la aplicación de caliza o yeso contribuye casi a la mitad de la huella de carbono. Y el uso de fertilizantes nitrogenados contribuye con el 21.5%.

Producción de alimentos

Arroz

Estos cultivos son una fuente importante de gas metano. Este elemento puede incrementarse según la dosis de fertilización nitrogenada que se aplique a los cultivos.

Maíz

En los cultivos de maíz, el uso de fertilizantes incrementa las emisiones de óxido nitroso, óxido nítrico y amoniaco mediante la nitrificación, desnitrificación y dolarización, que se producen en los suelos.

Miel de abejas

En la etapa de producción se genera el 21.92% de las emisiones, durante el procesamiento, el 36.52% y en la distribución el 41.55%.

Arándanos

El consumo de energía asociado al sistema de riego es responsable de más del 50 % de la huella de carbono. En la fase de fertilizantes, la contribución se encuentra entre el 23% y 27%.

El cambio climático perjudica la producción agrícola

No se puede ignorar que la contaminación atmosférica, las fluctuaciones de temperatura y los eventos meteorológicos intensos dificultan el rendimiento de los cultivos. El frío intenso afecta el nivel de producción y el calor descontrolado favorece la aparición de plagas.

Por otra parte, el cambio climático afecta el valor nutricional de los alimentos. El aumento del dióxido de carbono puede disminuir el contenido de proteínas en algunos cereales. Adicionalmente, la reducción de la producción conlleva al incremento de los precios de los alimentos. Esta situación es preocupante por la demanda de alimentos cada vez mayor por el aumento de la población mundial. Se estima que la demanda aumente un 70% hacia el año 2050.

La agricultura depende en gran medida de las condiciones ambientales, por eso es tan vulnerable al cambio climático. Los métodos intensivos agrícolas intensifican los problemas climáticos y el panorama para la producción de alimentos empeora.

Huella de carbono por tipo de carne y alternativas sostenibles

En primera instancia, con la agricultura de precisión, los agricultores aumentan su eficiencia al producir más con menos insumos. Se puede potenciar la fertilidad del suelo al ubicar los productos fertilizantes exactamente donde se necesitan. También están las técnicas de teledetección que monitorean el estado de la vegetación para detectar a tiempo las amenazas.

La agricultura de precisión es amigable con el medio ambiente porque considera las condiciones del aire, agua y suelo. Asimismo, busca conservar los recursos naturales y la biodiversidad, y reducir las emisiones de dióxido de carbono.

Por otro lado, hay ciertos tipos de cultivos que ayudan a reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Tal es el caso de las legumbres, que tienen la asombrosa capacidad de fijar su propio nitrógeno en el suelo y no necesitan casi fertilizantes. Se tiene que 190 millones de hectáreas de leguminosas vierten casi 7 millones de toneladas de nitrógeno al suelo. Otra característica importante de las legumbres es una amplia diversidad genética, y esta permite que se seleccionen cepas más resistentes a las adversidades impuestas por el calentamiento global.

Un ejemplo para un cultivo particularmente resistente es el frijol, por eso se invita a impulsar su continua producción porque tolera muy bien el calor, y, además, es uno de los alimentos nutritivos más importantes del mundo. El frijol se cultiva en 129 países distribuidos en los 5 continentes.

A modo de conclusión, la producción agrícola contribuye al cambio climático, pero también se convierte en víctima de este al ser tan dependiente de las condiciones naturales. En ese sentido, es imperioso implementar estrategias que garanticen una producción agrícola más sostenible.

Escrito por: Vilma Estefanía Tapias Benítez

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