Las islas urbanas de calor hacen alusión a las zonas que perciben temperaturas más altas que las zonas aledañas como efecto de la actividad antrópica. Esto se debe a la aglomeración de edificios y estructuras de asfalto, que absorben más calor y gastan mucho tiempo en liberarlo.

Por otro lado, la contaminación derivada del tráfico y las operaciones industriales también contribuye a ese aumento de la temperatura. Como consecuencia se agrava la problemática ambiental asociada al cambio climático y disminuye la salud de las personas.

¿Qué es el efecto de isla de calor urbano?

El efecto isla de calor se refiere a una temperatura mayor en las zonas urbanas que en sus alrededores, debido a la actividad humana dentro de las ciudades. Este aumento puede ser de entre 1º C y 3º C. Para el caso específico de Monterrey, en los últimos 20 años ha perdido cerca del 38.6 % del suelo permeable. Esto implica que la ciudad sea más vulnerable al fenómeno de las islas de calor. Asimismo, se intensifican los impactos asociados al cambio climático.

Es importante recalcar que actualmente se busca limitar el aumento de la superficie de la tierra en 1.5 para hacer frente al cambio climático. Pero cuando se añade el efecto de la isla de calor, las ciudades perciben ese aumento que se quiere limitar. Por ejemplo, en la Ciudad de México la intensidad de este efecto es de 3º C. Y por calentamiento global, la ciudad ha aumentado cerca de un grado. Eso significa que, en el último siglo, hay un calentamiento de cuatro grados.

Las islas de calor sirven como un pequeño ejemplo de lo que sería del planeta si aumenta drásticamente su temperatura global. México es un país vulnerable a estos estragos del calor. Este 2023, cerca de 22 estados han registrado temperaturas de entre 45º C a 50 º C. Gracias a este fenómeno, ya hay 6 muertes y 428 casos de golpes de calor, deshidratación y quemaduras solares.

¿Qué factores originan las islas urbanas de calor?

Hay varias causas que generan el efecto de isla de calor:

  • Las superficies oscuras y con un nivel alto de conductividad térmica, como el asfalto.

  • La falta de vegetación y zonas verdes en las ciudades. Con una menor cantidad de árboles, hay menos sombras. Y esto se traduce en que los suelos se calienten más.

  • Los edificios absorben el calor, y también bloquean el paso del viento. Por eso, sus habitantes no se pueden refrescar.

  • La contaminación atmosférica derivada de las operaciones de las fábricas, los automóviles, etc. Estas actividades evitan que se disipe el calor al atrapar la radiación solar, y, por ende, aumenta la temperatura del aire.

Las islas de calor traen consigo consecuencias devastadoras para la sociedad, la economía y el medio ambiente. En primera instancia, un mayor consumo de energía porque las altas temperaturas incrementan la demanda de energía para el aire acondicionado. En segundo lugar, los golpes de calor pueden provocar malestar general, problemas respiratorios, insolación, deshidratación, agotamiento, y hasta la muerte. Además, las islas de calor empeoran la calidad del agua, la contaminación atmosférica, y emiten gases que contribuyen al efecto invernadero. Por último, estas podrían duplicar las pérdidas económicas asociadas al cambio climático.

¿Cómo se mide la isla de calor?

Para identificar una isla de calor es necesario detectar las zonas de la ciudad que registran temperaturas anormalmente calurosas. Por otro lado, hay una serie de métodos para evaluar el impacto de la urbanización en el clima:

  • Comparación de datos climatológicos entre estaciones urbanas y rurales.

  • Análisis de series de tiempo para asociar el crecimiento urbano con el clima de la ciudad.

  • Implementación de simulación de los fenómenos que ocurren en las ciudades.

  • Uso de diferentes recorridos por la ciudad y alrededores para luego confeccionar mapas térmicos de las islas de calor urbanas.

  • Detección de islas de calor mediante imágenes infrarrojas de satélite.

¿Cómo evitar el efecto isla de calor?

Hay muchas estrategias que pueden aplicar las ciudades para reducir las islas de calor urbanas, las cuales son:

  • Enverdecimiento urbano: Los árboles, techos verdes y jardines verticales brindan sombra, absorben el calor y facilitan el proceso de evapotranspiración. A modo de ejemplo, en la ciudad de Bolonia, el uso de cubiertas verdes como estrategia para la mitigación de islas de calor urbanas puede reducir la temperatura del aire entre 0.5 y 3 °C. En esa misma ciudad, para algunas zonas se sembraron árboles entre las calles que lograron mitigar la intensidad del efecto isla de calor en un 40 %.
  • Pavimentos permeables: Los materiales porosos permiten que el agua de lluvia se infiltre en el suelo. Así se reducen las temperaturas superficiales.
  • Diseño y planificación urbana: Ubicar estratégicamente árboles en los espacios públicos permite crear microclimas más fríos y mejorar la habitabilidad urbana.
  • Edificios resistentes al calor: La construcción de edificios con aislamiento, sistemas de ventilación y dispositivos de protección solar adecuados. Esto permite reducir la demanda de energía.
  • Uso de carreteras frías: Al tener alta reflectancia solar se reduce la absorción de calor por parte de las superficies de las carreteras. También se sugiere usar materiales con colores claros que reflejen la luz solar de manera efectiva.
  • Tecnologías de energía renovable: Permiten reducir el consumo de energía y la promoción del desarrollo sostenible.
  • Monitoreo: La implementación de sistemas de monitoreo sirve para evaluar el alcance y la gravedad del efecto de isla de calor urbano.
  • Movilidad sostenible: El automóvil es uno de los principales causantes de la contaminación urbana.
  • Impuestos verdes: Permiten compensar las externalidades del desarrollo económico de las ciudades.

¿Cuál medida es la más viable para reducir las islas urbanas de calor?

Es importante recalcar que el cambio climático exacerba el efecto isla de calor. Esto sucede porque el aumento de la temperatura por las emisiones de gases de efecto invernadero intensifica el efecto de las islas de calor urbanas. Por otro lado, una isla de calor también pone de su parte para acentuar el impacto del cambio climático. Las mayores temperaturas de las zonas urbanas conducen a una mayor demanda de energía para aire acondicionado. Y este consumo energético se traduce en mayores emisiones de gases de efecto invernadero.

En ese sentido, la medida más viable para reducir las islas urbanas de calor consiste en reducir la huella de carbono asociada a las actividades humanas. Es vital aplicar estrategias para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. Al enfrentar la causa raíz del cambio climático, es posible aliviar su impacto en el efecto isla de calor urbano.

Adicionalmente, la reducción de las emisiones debe ser un componente clave en la planificación y gestión urbana. Es necesario comprender la relación entre las emisiones de gases de efecto invernadero y la estructura espacial urbana. Esto porque las ciudades consumen más del 66 % de la energía y producen más del 70 % de dióxido de carbono. Por ejemplo, la expansión del tamaño de la tierra aumenta las fuentes de emisiones de efecto invernadero y reduce los sumideros de carbono. Entonces, este es un elemento que debe considerarse en la planificación urbana.

Hay que tener un equilibrio entre la reducción de emisiones y el efecto isla de calor. A modo de ejemplo, las ciudades compactas disminuyen las emisiones asociadas al transporte. Pero al ser tan reducido el espacio, estas ciudades son vulnerables al efecto isla de calor.

Dado lo anterior, la medición de la huella de carbono nos permite encontrar ese equilibrio. Esto porque permite detectar las principales fuentes de emisiones de efecto invernadero asociadas a las actividades humanas dentro de las ciudades. La plataforma sinCarbono brinda un soporte para calcular, monitorear y reducir la huella de carbono mediante estrategias adecuadas. Así es posible encontrar una combinación perfecta de las acciones de mitigación del cambio climático y de mitigación de las islas urbanas de calor.

Escrito por: Vilma Estefanía Tapias Benítez

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