La industria de la moda está posicionada como la segunda más contaminante a nivel global en lo que respecta a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Se estima que la moda contribuye con un 10 % de las emisiones de GEI. Dentro de la cadena de valor de la moda, la producción de algodón convencional y la extracción de combustibles fósiles son los elementos más críticos que impulsan la elevada huella de carbono de la moda. Este grave impacto ambiental se ve promovido por el modelo de negocio de la moda rápida, también conocida como fast fashion, que invita al consumo masivo y producción acelerada de prendas.
Impacto ambiental del fast fashion
La industria textil es el segundo consumidor de agua a nivel mundial, generando aproximadamente el 20% de las aguas residuales. Además, cada año se liberan cerca de medio millón de microfibras sintéticas a nuestros océanos, contribuyendo a la contaminación marina.
El algodón es la fibra textil preferida en el mundo, pero al mismo tiempo, es el cultivo más contaminante del planeta. A escala mundial, los cultivos de algodón demandan una cuarta parte de los plaguicidas y el 4 % de los fertilizantes nitrogenados y fosforados, generando una contaminación del suelo y del agua.
Por otra parte, el poliéster es una fibra sintética derivada del petróleo. Se estima que se necesitan aproximadamente 70 millones de barriles de petróleo anualmente para la producción de 40 millones de poliéster.
Los residuos textiles también representan un componente importante en el impacto ambiental de la moda. Lamentablemente, el porcentaje de residuos textiles reciclados sigue siendo muy bajo. Solo el 10 % de estos residuos se destina a contenedores para su potencial reutilización. Pero el resto termina en vertederos causando una grave contaminación ambiental por su descomposición y liberación de sustancias nocivas para la salud. Existen tres tipos de residuos textiles:
Posindustriales: Es el material que sobra después de la manipulación de los tejidos, por ejemplo, el corte.
Preconsumo: Son aquellas prendas que nunca llegan al mercado por estar defectuosas.
Posconsumo: Cuando las prendas agotan su vida útil después de ser usadas.

La generación masiva de residuos textiles se debe principalmente al fenómeno de la moda rápida. Este modelo de negocio, que impulsa el consumo excesivo de ropa, ha experimentado un crecimiento exponencial desde el año 2000.
El fast fashion se caracteriza por la producción y el consumo de grandes volúmenes de prendas de vestir a precios bajos, impulsado por la rápida renovación de las tendencias de moda. Este ciclo de producción y descarte constante contribuye significativamente al problema del desperdicio textil.
Para ilustrar la magnitud del problema, según datos del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el año 2014 se fabricaron más de 100 mil millones de prendas de ropa a nivel mundial.
Huella de carbono textil
La industria de la moda es un contribuye significativo al cambio climático, siendo responsable del 10 % de las emisiones de GEI. Un factor clave en la huella de carbono textil es el tipo de fibra utilizada en la producción de ropa y otros productos. Como vemos en la Figura 1, el 62 % de las fibras empleadas en la industria textil son sintéticas.

Podemos observar una diferencia significativa entre las emisiones de las fibras sintéticas y fibras de algodón, siendo las primeras mucho más altas. La fabricación de una camiseta de poliéster genera aproximadamente 5.5 kg CO2eq, mientras que la producción de una camiseta de algodón emite 2.1 kg CO2eq.
Sin embargo, aunque la huella de carbono del algodón es menor en comparación con la del poliéster, para su cultivo el uso de fertilizantes es un problema significativo, ya que estos liberan óxido nitroso, un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global 300 veces mayor que el dióxido de carbono.
Por otro lado, también reconocemos que la industria de la moda contribuye a la deforestación. Algunos insumos utilizados en la fabricación de textiles se derivan de la pulpa de la madera. El fenómeno de la deforestación agrava el cambio climático, ya que la tala de árboles libera el carbono almacenado en los suelos y reduce la capacidad del planeta para absorber CO2.
Comprender la huella de carbono de la industria de la moda permite centrar los esfuerzos en optimizar el transporte, reducir el consumo de electricidad y usar materias primas sostenibles. Todo esto se traduce en una disminución de la huella de carbono.
¿Cómo se calcula la huella de carbono de un producto?
La huella de carbono de un producto puede calcularse con la metodología del análisis del ciclo de vida. Esta herramienta sirve como una solución para evitar el greenwashing porque garantiza un alto nivel de transparencia en la evaluación de las prácticas sostenibles.
El análisis del ciclo de vida también permite identificar puntos críticos a lo largo de la cadena de valor y ayuda a implementar estrategias de sostenibilidad efectivas. Estos puntos incluyen aspectos fundamentales como el uso de materias primas, la preservación de los recursos naturales, el tipo de energía, el tipo de transporte, los métodos de fabricación y la gestión de residuos.
En el contexto de la industria de la moda, el análisis del ciclo de vida se convierte en una herramienta para entender la huella de carbono, abarcando todas las etapas, desde la extracción de las materias primas hasta el final de su vida útil.
Materias primas: Las fibras naturales como el algodón requieren mucha agua y productos químicos para su cultivo. Y las fibras sintéticas se derivan del petróleo. Esta etapa aporta con el 20 % de las emisiones de efecto invernadero.
Fabricación: El uso de tintes tóxicos y el consumo de agua y energía. Esta etapa contribuye con el 53 % de las emisiones de efecto invernadero, 17 % son emisiones indirectas y 36 % directas.
Transporte: Cuando la ropa se transporta vía aérea o marítima genera mayor contaminación ambiental. A nivel general, el transporte y distribución generan el 11 % de las emisiones.
Uso: Consumo de energía empleado en el cuidado de la ropa, esto incluye lavado, secado y planchado. Contribuye con el 11 % de las emisiones.
Disposición final: Al final de su vida útil, la mayoría de las prendas termina en la basura. Las emisiones ocupan el 5 % de todo el ciclo de vida.
Es importante destacar que, además del tipo de material textil utilizado, las emisiones de GEI pueden variar significativamente según el tipo de prenda de vestir. Por ejemplo, la huella de carbono de una camiseta contribuye con 2.6 kg de CO2eq, mientras que un jean puede alcanzar los 11.5 kg de CO2eq.

¿Cómo reducir la huella de carbono de la moda?
Las empresas de la industria de la moda tienen mucho por hacer para disminuir el impacto ambiental. A continuación, te presentamos algunas estrategias que pueden implementar las organizaciones del sector para lograr esta meta:
Valorización de los residuos como recurso o fuente de materia prima alternativa.
Estrategias de ecodiseño al fabricar prendas con materiales sostenibles y que permitan el desmontaje y separación por componentes para facilitar el proceso de reciclado.
Incluir un pasaporte digital de producto, es decir, indicar el origen de la materia prima y la forma de reciclarlos. Cerca del 80% del impacto ambiental de una prenda se puede prevenir en la fase de diseño.
Priorizar la fabricación local para disminuir las emisiones asociadas al transporte.
Aplicar agricultura regenerativa en los cultivos de fibras para mantener la salud del suelo.
Optimizar el proceso de producción para disminuir la generación de residuos.
Implementar estrategias de gestión de residuos.
Hacer uso de la moda lenta, es decir, la promoción de tejidos sostenibles, por ejemplo, fibras recicladas, cáñamo o lino, y priorizar diseños de prendas atemporales.
Y los consumidores, ¿qué podemos hacer para reducir el fast fashion?
Si bien la industria de la moda tienen una mayor responsabilidad en la reducción de su huella de carbono, nosotros como consumidores podemos adoptar un consumo responsable de moda y tomar decisiones conscientes en nuestras compras y cuidado de la ropa.
Comprar menos ropas y hacer que las prendas duren más. La prolongación de la vida útil en al menos 9 meses puede reducir el impacto ambiental de una prenda en un 10 %.
Organizar la ropa es una práctica que permite valorar lo que se tiene y limita el impulso a comprar cada vez más.
La ropa dura más si se lava menos, además se ahorra agua y energía.
Si se lavan las prendas, mejor usar detergentes naturales suaves o ecológicos.
Lavar la ropa al revés evita que los colores se desvanezcan y la prenda dura más.
La mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la etapa de uso tienen que ver con el lavado, planchado y secado. Se recomienda optimizar su uso.
Podemos ver que tanto los productores como los consumidores tienen un rol importante para llevar a cabo estrategias que permitan reducir la huella de carbono de la industria textil, la segunda industria más contaminante de la Tierra.
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