La industria automotriz produce varios tipos de emisiones de gases de efecto invernadero como el monóxido de carbono, dióxido de carbono, dióxido de azufre y óxido de nitrógeno. Las emisiones de las empresas automotrices aportan con el 18 % a la huella de carbono global.

Estas alteran la biocapacidad de la tierra, por ejemplo, el óxido de nitrógeno y de dióxido de azufre producen lluvia ácida, un fenómeno que daña los ecosistemas. Por otro lado, el monóxido de carbono y el plomo perjudican la salud de las personas.

De acuerdo con un informe de Greenpeace, la industria automotriz contribuye con el 18 % de las emisiones globales de efecto invernadero. Este estudio midió las emisiones de los vehículos durante todo su ciclo de vida (desde la extracción de materiales hasta el final de su vida útil).

Para un automóvil, las emisiones de las empresas automotrices se distribuyen así: 10 % del proceso de fabricación, 85 % del uso y 5 % cuando se desecha. En primera instancia, las emisiones de la fabricación se derivan de la extracción de minerales del suelo para elaborar las partes del vehículo. También hay que considerar los componentes de plástico, las llantas y la energía consumida para ensamblar todas las partes. En la industria automotriz un elemento que consume mucha energía son los talleres de pintura.

Ya vimos cómo se genera la huella de carbono en la fabricación. Ahora vamos a ahondar en las emisiones de la etapa de uso, la que más contribuye al cambio climático. Estas emisiones pueden variar según la duración de los viajes, el número de pasajeros y el tamaño del vehículo. A modo de ejemplo, conducir un auto pequeño emite 111 g CO2eq por km. Y conducir un auto grande emite 200 g CO2eq, ¡casi el doble! Además, agregar un pasajero reduce a la mitad las emisiones por pasajero-kilómetro. A mayor número de pasajeros por auto, menor huella de carbono.

La etapa de uso genera emisiones en un nivel preocupante. En México el transporte contribuye con el 20.4 % de las emisiones. Esta es una de las principales causas de la contaminación ambiental, por ejemplo, en zonas metropolitanas como el Valle de México, las emisiones generadas por vehículos aportan con el 60 % de la contaminación por partículas suspendidas.

Además de conocer los porcentajes que construyen la huella de carbono y las fuentes de emisiones, es importante saber el tipo de emisiones que se generan. Primeramente, están las emisiones que contribuyen al calentamiento global como el dióxido de carbono. Y, por otra parte, las emisiones que perjudican directamente la salud de las personas como el plomo.

Las emisiones se generan en diferentes proporciones según el tipo de combustible. Los automóviles que usan gasolina producen más dióxido de carbono que los autos con motor diesel. También emiten monóxido de carbono, hidrocarburos y compuestos de plomo. Los autos diésel generan mayores proporciones de óxidos de nitrógeno y azufre, hidrocarburos no quemados y hollín.

Otro tipo de contaminantes son las emisiones de escape de la quema de gasolina y diésel. El dióxido de carbono atrapa la radiación y crea ozono a nivel del suelo. Por otra parte, la fricción causada por los frenos de los automóviles libera partículas dañinas que permanecen en el aire.

La industria automotriz contribuye significativamente al cambio climático y es perjudicial con el ambiente. Las emisiones de óxido de nitrógeno y de dióxido de azufre producen lluvia ácida. Estas lluvias causan un impacto negativo en los cultivos, contaminan el agua, y afectan la flora y fauna circundante. La bencina produce smog, el cual causa dificultades respiratorias.

Podemos ver que el consumo de combustibles fósiles perjudica significativamente a los ecosistemas, y dada la importancia del cuidado de los recursos naturales, ¿por qué usar automóviles híbridos y eléctricos? Si bien es cierto que el uso de este tipo de automóviles puede reducir las emisiones de efecto invernadero hasta en un 17 %. Pero si consideramos las emisiones asociadas a la fabricación de los vehículos y la producción de electricidad. Adicionalmente, si al final de su vida útil no se les da un manejo adecuado a las baterías, esto se convierte en un grave problema de contaminación ambiental.

Desde el punto de vista de uso, ganan los autos eléctricos porque generan cero emisiones en la conducción. Pero en términos de fabricación, ganan los autos convencionales como menos dañinos. La producción de un automóvil de gasolina emite 5.6 toneladas de emisiones. Y la construcción de un auto eléctrico, por su parte, produce 8.8 toneladas de emisiones, donde el 43 % de ellas corresponde a la fabricación de la batería. Por otro lado, la etapa de uso en los coches eléctricos no se libra de generar emisiones. El proceso de carga de la batería puede ser más o menos contaminante según origen de la electricidad. Por lo tanto, se recomienda que esta provenga de fuentes de energía renovables para reducir el impacto ambiental.

Hay que ir más allá de la transición de los vehículos con combustibles fósiles a los vehículos eléctricos. Como lo vimos anteriormente, los autos eléctricos también generan un impacto ambiental importante. En ese sentido, hay una serie de estrategias para reducir el nivel de emisiones en las empresas automotrices:

Podemos ver que las emisiones de las empresas automotrices tienen una participación significativa en la huella de carbono global. Pero al mismo tiempo, se trata de una industria muy importante a nivel mundial. Esta situación amerita la aplicación de medidas para reducir el nivel de emisiones. El primer paso consiste en identificar las principales fuentes de emisiones para priorizar las líneas de acción. La plataforma sinCarbono facilita el proceso de medición de la huella de carbono para todas las etapas del ciclo de vida de esta industria. Asimismo, facilita el reporte, verificación y compensación de estas emisiones.

Escrito por: Vilma Estefanía Tapias Benítez

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