La agricultura regenerativa

¿Eres consciente de la contribución que generan las prácticas agrícolas en el cambio climático? Esto se debe a la interferencia de la actividad humana en el ciclo del carbono. Por la agricultura convencional los suelos han liberado una buena proporción del carbono que tenían almacenado, y esto agrava el problema del efecto invernadero. No obstante, ¡no todo está perdido! La actividad agrícola puede pasar de ser un enemigo del medio natural a ser un aliado, pero ¿cómo se logra esto? Con la agricultura regenerativa se hace frente al calentamiento global.

¿Qué significa la agricultura regenerativa?

La agricultura convencional se enfoca en la producción de cultivos a corto plazo que perjudican los suelos y la biodiversidad. Esta depende en gran medida de los monocultivos, los fertilizantes, los pesticidas y otros productos químicos sintéticos. Adicionalmente, contribuye con más de un tercio de las emisiones globales de efecto invernadero asociadas a la actividad humana.

Es importante saber que, gracias a estas prácticas agrícolas, se libera el carbono almacenado en el suelo a la atmósfera. Según hallazgos oficiales, a nivel mundial los suelos ya han perdido entre el 50 % y el 70 % del carbono que alguna vez albergaron.

La agricultura regenerativa nace como una alternativa para hacer frente a esta situación por medio de la restauración de la materia orgánica de los suelos. En lugar de depender de prácticas destructivas, esta opción sostenible se enfoca en conservar los recursos naturales, y las prácticas agrícolas son responsables con el ambiente al promover la resiliencia de la tierra.

Esta estrategia cumple un rol clave para abordar el cambio climático. Los expertos afirman que un aumento del 2 % en el contenido de carbono de los suelos de la Tierra podría compensar significativamente las emisiones de los gases de efecto invernadero.

Asimismo, la absorción del dióxido de carbono permite la generación de créditos de carbono que se pueden vender a terceros interesados en compensar su huella de carbono. Es así como la agricultura regenerativa se convierte en una fuente de ingresos para los agricultores.

¿Cuáles son los pilares de la agricultura regenerativa?

En la agricultura regenerativa se aplican cuatro principios que se basan en regenerar:

  • El suelo: Aumentar la fertilidad, reducir la erosión y valorar los cultivos locales.

  • Los ecosistemas y la biodiversidad: Disminuir el uso de productos químicos sintéticos al valorar los residuos agrícolas de la zona y gestionar eficazmente el agua.

  • Las relaciones entre los seres vivos: Garantizar la dignidad de las personas y los animales, y fomentar de las relaciones de trabajo fundamentadas en la protección de los derechos y la transparencia.

  • El conocimiento: Promover el conocimiento como bien colectivo y como agente de transformación y evolución.

Gases Efecto Invernadero

La agricultura regenerativa utiliza mecanismos usados durante las generaciones pasadas. En la rotación de cultivos se eligen variedades de plantas que tienen la capacidad de enriquecer el suelo con los minerales que se perdieron en cultivos anteriores. El abono verde, por su parte, promueve la fertilidad de los suelos. Estas técnicas abarcan la reducción del arado demasiado profundo y del uso intensivo de maquinaria; y también invitan a aprovechar el agua de las lluvias y los excedentes de las cosechas.

¿Cuáles son las ventajas de la agricultura regenerativa?

Con base en lo anterior, hay múltiples ventajas al practicar la agricultura regenerativa:

  • Restablecimiento de la fertilidad de los suelos.

  • Fortalecimiento de la estructura del suelo y de las raíces de las plantas.

  • Disminución de la erosión.

  • Aumento de la resiliencia frente a los acontecimientos medioambientales catastróficos.

  • Aumento de biodiversidad local.

  • Eliminación de la contaminación química del suelo, de las aguas subterráneas y del aire. 

  • Mejoramiento en la calidad de los cultivos.

  • Reducción del desperdicio del agua y de las emisiones de efecto invernadero.

  • Creación de empleo y fuentes de ingresos.

  • Aumento de la eficiencia en el uso de los recursos y del rendimiento de los cultivos.

Día de sobregiro

Las actividades agrícolas representan aproximadamente el 18.4 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, y el 52 % de los suelos agrícolas está degradado. Para cerciorarnos que las prácticas de agricultura regenerativa son realmente efectivas, debemos conocer el problema, es decir, saber con exactitud la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que se producen en un determinado cultivo. Así se pueden tomar las medidas pertinentes para reducir la huella de carbono.

Cuatro pasos para la transición a la agricultura regenerativa

La agricultura regenerativa no es un elemento instantáneo como encender una luz, es un proceso que requiere tiempo. Pero hay 4 pasos que deben seguirse para garantizar la transición a la agricultura regenerativa.

  1. Reconocer el espectro: En este paso hay que reconocer que la agricultura regenerativa cubre una variedad de resultados, no siempre se busca lo mismo. Por un lado, un sistema regenerativo puede enfocarse en la restauración de los suelos y el secuestro de carbono. Pero, por otro lado, un sistema regenerativo más profundo no solo optimiza la captura de carbono, sino también la biodiversidad y la calidad del agua.
  2. Acordar definiciones: Es necesario tener cierta claridad sobre la definición de la agricultura regenerativa. Hay algunas definiciones que se centran en los procesos, y otras en los resultados. No obstante, se debe llegar a un consenso que permita cumplir los objetivos regenerativos.
  3. No adoptar una postura dogmática: Aunque si hay que tener un consenso en el marco de las definiciones de agricultura regenerativa y los resultados deseados, las prácticas varían según el lugar. Y no solo eso, dentro del mismo lugar las condiciones pueden cambiar año tras año. En ese sentido, no podemos casarnos con una sola forma.
  4. Seguir los datos: Así como en los resultados esperados, debe haber un consenso en lo que se va a medir. Además, es importante que la medición se haga en todas partes para poder comparar los datos sobre los múltiples resultados de la regeneración. No solo se deben recopilar datos cuantitativos, sino también datos cualitativos que tendrán en cuenta las experiencias vividas. Hay que evitar caer en la trampa de optimizar solo para un único resultado: la productividad de los cultivos.

¿Cómo aplicar adecuadamente la agricultura regenerativa y no caer en la trampa del greenwashing?

Varios estudios manifiestan que, con el uso generalizado de técnicas de agricultura regenerativa, en solo 3 años se logra capturar cerca del 100 % de las emisiones de efecto invernadero provocadas por la agricultura industrial. ¡Suena muy prometedor! Pero ¿será cierta tanta maravilla?

Hay críticos que señalan que el riesgo de usar greenwashing aumenta cuando las empresas no comprenden el significado de la agricultura regenerativa.

El impacto positivo proporcionado por esas prácticas puede ser engañoso. En ese sentido, es necesario que las medidas estén basadas en resultados. Eso significa que las empresas muestren datos precisos sobre las operaciones en lugar de hacer alusión a la agricultura regenerativa como una simple etiqueta sostenible.

Para garantizar esa transparencia, los informes de las empresas deben incluir la huella de carbono y la huella ecológica en términos de la biocapacidad.

Relación con la biocapacidad

La biocapacidad es la disponibilidad de superficie biológicamente productiva en un territorio determinado. Este concepto es útil como indicador de sostenibilidad, al compararse con la huella ecológica. Si la huella es mayor, hay un déficit. Y cuando la capacidad biológica es igual o mayor que la huella, hay un excedente.

Antes de seguir, es esencial que comprendamos la diferencia entre la huella de carbono y la ecológica. La primera está relacionada con la medición de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y la huella ecológica nos permite analizar el impacto de una actividad en lo que respecta a la capacidad que posee un territorio; así se define si una actividad es sostenible. Lamentablemente, el consumo de recursos y la generación de residuos está por encima de la biocapacidad, la huella ecológica global supera en un 30 % su capacidad de asimilación. Este es un llamado a la acción y debemos tomar medidas urgentes.

La huella ecológica permite obtener una serie de indicadores para luego realizar comparaciones. Es así como se evalúa el daño ambiental, y se determina si una estrategia es sostenible. De esta manera se logra garantizar que las prácticas de agricultura regenerativa son efectivas y no se cae en el greenwashing.

Además de considerar la capacidad biológica para la medición transparente de las operaciones de la agricultura regenerativa, la actividad por sí misma debe seguir esa filosofía. Hay que trabajar con los procesos naturales, no en contra. Todo esto para respetar y aprovechar la biocapacidad al mismo tiempo.

¡Es hora de actuar! Las empresas y todas las organizaciones del sector agrícola deben adoptar medidas para reducir la huella de carbono. La agricultura regenerativa es una alternativa que permite reconstruir la materia orgánica de los suelos y mejorar su capacidad para capturar el carbono. Pero no podemos limitarnos a reducir los gases de efecto invernadero, hay que garantizar que las actividades de agricultura regenerativa reduzcan también la huella ecológica para que no sobrepase más la biocapacidad del planeta.

Escrito por: Vilma Estefanía Tapias Benítez

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